martes, 20 de enero de 2009

Las pequeñas muertes de Laura 4

Mañana a mañana, el mismo torturado despertar…sin salida alguna más que cerrar los ojos más fuerte y pensar que no sucedía.
Mañana a mañana, día a día, sucedía lo incontrolable y en el mar mas negro me sumergía sin poder hacer pie en ningún sitio, sin poder encontrar rama alguna en cual sostenerme, tomar envión y salir para gritar, gritar tan fuerte para que el mundo supiera, gritar para que todo acabara…pero la ceguera del principio se había pasado a mi garganta y esta ya no conocía al sonido, no sabia escupirlo, no sabia decir ni hablar, lamentablemente la enfermedad de inmovilidad no llego a mis oídos, eran ellos los que rogaban estar enfermos para no escuchar nada, para que la tortura no fuera mas grave aun, sin embargo aquí los tengo llenos de palabras como puntas de flechas que quedaron para crearme el estigma.
Esas mañanas, esos días, vaciaron mi cuerpo de cosas maravillosas y en su lugar quedaron heridas podridas como manzanas pasadas de estación, que largaban olor, que transpiraban por mi rostro, pero en mi enfermedad el mundo era ciego y nadie veía y yo sin poder gritar.
El tiempo me hizo entender que yo no suicide mi inocencia, aunque aun quede el reproche de haberme quedado con el no atragantado, por suerte hoy se, hoy siento, hoy creo, hoy convencida estoy de no haber sido la asesina de mi inocencia.
Esa pequeña muerte vive en mi, pero no la cargo como mía.


30/10/07

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