
Yo, la que prefiere el dolor desgarrador porque en el puedo descargar, gritando, pataleando, llorando, corriendo antes que la angustia que te tiene atrapada sin posibilidad alguna de exhalarla o la melancolía que inmóvil te deja en un espacio, un tiempo, una sensación, una pieza de un rompecabezas que no volverá, manifiesto que amo sonreír aun cuando estoy en la ducha y a lo lejos se oye una canción en ingles que nunca entendí y que hacia tiempo no escuchaba.
Yo, la que tiene mil amores platónicos empezando por hombres como Fanego o Luís Alberto Spinetta pasando por profesoras de lengua hasta llegar a una muchacha menor que me dejo en mi trompa el beso que nunca le di, manifiesto que amo la libertad de mi sexo aunque a veces extrañe pertenecer y ser pertenecida y en una noche dormir a los abrazos y respirar nucas o tener la nuca respirada.
Yo, manifiesto y GRITO que me quiero sobre por todas las cosas de este mundo, y que amo poder hacerlo, que me alegra enormemente y aconsejo en plenitud el quererse, porque esta es aquella única vía, pienso yo, para poder entregarnos a otro ser.
Yo, la que tiene mil amores platónicos empezando por hombres como Fanego o Luís Alberto Spinetta pasando por profesoras de lengua hasta llegar a una muchacha menor que me dejo en mi trompa el beso que nunca le di, manifiesto que amo la libertad de mi sexo aunque a veces extrañe pertenecer y ser pertenecida y en una noche dormir a los abrazos y respirar nucas o tener la nuca respirada.
Yo, manifiesto y GRITO que me quiero sobre por todas las cosas de este mundo, y que amo poder hacerlo, que me alegra enormemente y aconsejo en plenitud el quererse, porque esta es aquella única vía, pienso yo, para poder entregarnos a otro ser.
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